Leyendas
Hablando de alas, ¿conoces las leyendas del Mont-Dol? La historia cuenta que el Arcángel Saint-Michel conquistó el Monte Dol tras una dura batalla con el Diablo. El Arcángel utilizó su espada para abrir una grieta en la que Satanás fue engullido: testigo de esta batalla, ciertas rocas del montículo aún conservan las marcas de las garras del Diablo.
Cerca de la capilla, en el borde de la meseta, una imponente roca presenta un hueco en su cara frontal: según la leyenda, se trata del Asiento del Diablo.
«La huella del Diablo» presente en la cima del Mont-Dol.
Otro misterio, un poco más abajo del montículo hay un estanque. Un estanque que nunca se seca y cuya fuente de agua sigue siendo un misterio…
¡Dejaremos que su imaginación haga el resto!
El Arcángel Saint-Michel y el Diablo, no fueron los únicos en apreciar las alturas del Mont-Dol. Mont-Dol siempre ha atraído a muchos visitantes. Cuando era adolescente, Chateaubriand, alumno del colegio de Dol, solía ir allí los jueves a pasear por el Chemin Vert. Esta pequeña carretera bordeada de juncos, que serpentea por los campos y conduce a Dol-de-Bretagne.
El autor de «Mémoires d’Outre-Tombe» destacó la atmósfera, a la vez misteriosa y mágica del entorno: «Desde lo alto de esta loma aislada, la mirada se desliza sobre el mar y las marismas donde, durante la noche, revolotean los feux-follets».
Théodore Botrel cantó al Monte Dol: «Mientras tú, viejo solitario, permaneciste fiel y celoso, de pie en el peligro de la tierra, el Monte Saint-Michel de nuestro hogar…». El pintor Mathurin Méheut, muy inspirado por el lugar, pintó allí varios cuadros.